.........VIDA DEVOCIONAL......

La Oración

RECOPILACIÓN DE ESCRITOS DE EGW

Al poner en práctica cualquier plan establecido para llevar a otros el conocimiento de la verdad presente, y de las maravillosas providencias relacionadas con el progreso de la causa, en primer lugar consagrémonos nosotros mismos plenamente a Aquel cuyo nombre deseamos exaltar.

Oremos fervorosamente en beneficio de quienes deseamos visitar llevándolos con fe viviente, uno a uno, ante la presencia de Dios. CMC 198.

NECESITAMOS CONVERSIÓN

Los miembros de nuestras iglesias necesitan convertirse, volverse más inclinados a lo espiritual. Una cadena de creyentes fervientes que oren debe circundar el mundo. Oremos todos humildemente. Unos pocos vecinos podrían unirse para orar por el Espíritu Santo. Quienes no pueden dejar el hogar, reúnan a sus hijos, únanse para aprender a orar juntos. Podrán reclamar la promesa del Salvador: "Donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (S. Mateo 18: 20). . .

Oremos y apropiémonos de las ricas promesas de Dios, y luego alabemos a Dios porque se nos concederá el Espíritu Santo para satisfacer nuestras necesidades, en proporción a nuestras súplicas fervientes y humildes. Si buscamos a Dios de todo corazón, lo encontraremos y obtendremos el cumplimiento de la promesa (Carta 13, 1894).

 


 

OREMOS POR LOS QUE DIRIGEN

Debemos ir a toda reunión religiosa dominados por una vívida comprensión espiritual de que Dios y sus ángeles están allí, cooperando con todos los verdaderos adoradores. Al entrar en el lugar de culto, pidamos a Dios que quite todo mal de nuestro corazón.

 


 

“Es Hora

de Vivir”

 


 


Traigamos a su casa solamente lo que él puede bendecir. Arrodillémonos delante de Dios en su templo, y consagrémosle lo suyo, lo que compró con la sangre de Cristo.

Oremos por el predicador o el que dirige la reunión. Roguemos que una gran bendición venga por medio del que ha de presentar la Palabra de Dios.

Esforcémonos con fervor por obtener una bendición para nosotros mismos.

Exaltad a Jesús, 



 

198.

¡QUÉ EXTRAÑO QUE OREMOS TAN POCO!

Nuestro Padre celestial está esperando para derramar sobre nosotros la plenitud de sus bendiciones. Es privilegio nuestro beber abundantemente en la fuente de amor infinito. ¡Qué extraño que oremos tan poco! Dios está pronto y dispuesto a oír la oración sincera del más humilde de sus hijos y, sin embargo, hay de nuestra parte mucha cavilación para presentar nuestras necesidades delante de Dios. ¿Qué pueden pensar los ángeles del cielo de los pobres y desvalidos seres humanos, que están sujetos a la tentación, cuando el gran Dios lleno de infinito amor se compadece de ellos y está pronto para darles más de lo que pueden pedir o pensar y que, sin embargo, oran tan poco y tienen tan poca fe? Los ángeles se deleitan en postrarse delante de Dios, se deleitan en estar cerca de él. Es su mayor delicia estar en comunión con Dios; y con todo, los hijos de los hombres, que tanto necesitan la ayuda que Dios solamente puede dar, parecen satisfechos andando sin la luz del Espíritu ni la compañía de su presencia. CC 97.

 


 

ACUDAMOS A LA FUENTE DE PODER

Cuando acudimos a la fuente de poder sabemos que recibiremos esa inteligencia y sabiduría que proceden de una fuente pura, que no está mezclada con ningún elemento de origen humano. Cuando oramos, es nuestro privilegio saber que Dios quiere que oremos, que le pidamos ayuda.

Está en ustedes creer que recibirán. Dios desea que nos familiaricemos con El, que hablemos con El, que le contemos nuestras dificultades y que conozcamos por experiencia propia lo que significa pedir a Alguien que nunca se equivoca en sus evaluaciones ni comete un solo error. .

 


 

LA ORACIÓN DA FORTALEZA

La oración se aferra de la Omnipotencia y nos da la victoria. El cristiano obtiene de rodillas la fortaleza para resistir la tentación . . . La oración del alma, silenciosa y ferviente, se eleva como santo incienso hacia el trono de la gracia, y será tan aceptable a Dios como si hubiera sido ofrecida en el santuario. Para todos los que lo buscan de este modo, Cristo llega a ser una ayuda efectiva en tiempo de necesidad. Serán fuertes en el día de la prueba. -T4 616.

 


 

FORMEMOS HÀBITOS CORRECTOS

"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a si mismo, tome su cruz cada día, y sígame".

Si queremos desarrollar un carácter que Dios pueda aceptar, debemos formar hábitos correctos en nuestra vida religiosa. La oración diaria es tan esencial para el crecimiento en la gracia y aun para la misma vida espiritual, como el alimento temporal lo es para el bienestar físico. Deberíamos acostumbramos a elevar con frecuencia los pensamientos a Dios en oración. Si la mente se desvía, debemos hacerla volver; por el esfuerzo perseverante, el hábito lo hará fácil al final. No hay seguridad separándonos un solo momento de Cristo. Podemos contar con su presencia para ayudarnos a cada paso, pero sólo si observamos las condiciones que él mismo ha dictado.

 


 

NO VACILEMOS

Después de hecha la oración, si no obtenemos inmediatamente la respuesta, no nos cansemos de esperar, ni nos volvamos inestables. No vacilemos.

Aferrémonos a la promesa: "Fiel es el que os ha llamado; el cual también lo hará." (1 Tes. 5:24.) Como la viuda importuna, presentemos nuestros casos con firmeza de propósito. ¿Es importante el objeto y de gran consecuencia para nosotros? Por cierto que sí. Entonces, no vacilemos; porque tal vez se pruebe nuestra fe. Si lo que deseamos es valioso, merece un esfuerzo enérgico y fervoroso. Tenemos la promesa; velemos y oremos. Seamos firmes, y la oración será contestada; porque, ¿no es Dios quien ha formulado la promesa?

Cuanto más nos cueste obtener algo, tanto más lo apreciaremos cuando lo obtengamos. Se nos dice claramente que si vacilamos, ni podemos pensar que recibiremos algo del Señor. Se nos recomienda aquí que no nos cansemos, sino que confiemos firmemente en la promesa. Si pedimos, él nos dará 



 

HEMOS DE ORAR POR EL DERRAMAMIENTO DEL ESPÍRITU

Y estaban todos atónitos y perplejos, diciéndose unos a otros: ¿Qué quiere decir esto?

Hemos de orar por el derramamiento del Espíritu como remedio para las personas enfermas de pecado. La iglesia necesita convertirse, y, como sus representantes, ¿por qué no hemos de postramos ante el trono de la gracia con un corazón quebrantado y un espíritu contrito, a fin de suplicar fervientemente que el Espíritu Santo sea derramado sobre nosotros? Oremos para que cuando bondadosamente sea otorgado, nuestros fríos corazones sean reavivados, y como resultado podamos tener el discernimiento para comprender que proviene de Dios y lo recibamos con gozo.

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